lunes, 29 de abril de 2013

Entrevista a Juanito Carter



A Juanito lo conocimos  en el verano del 2008 en un taller  de preparación intensiva  al arte de los muñecos. Él, el gran titiritero estaba sentado entre nosotros como un principiante, y Julio Saldaña y Liber Fernández, (otros seres grandes de  humana sencillez),  estaban asombrados y  no sabían qué  hacer con tan distinguido  alumno.

Dueño de un entusiasmo a prueba de altas temperaturas, de lunes a viernes nuestro compañero hacía  el trayecto Caacupé-Asunción y llegaba puntualmente para empezar la tarea.  Traía los avances al taller y nos enseñaba con su firme mansedumbre,  como crece un personaje, una escenografía, un  grupo de gente.  

Nunca  olvidamos esa experiencia  y mucho menos a Juanito.

Ahora llegó el momento de los reencuentros y el trayecto  es al revés. Vamos dejando atrás las ciudades, mientras hacemos el camino que tantas veces él  recorrió  en solitario  para vernos.
Para llegar, atravesamos el campamento Jack Norment y nos internarnos en un monte de verdes tropicales.
La casa aparece al final, en el claro,  y es  como de cuentos, igual que Juanito.

Otro mundo.

Otro infinito.

El aire es puro y suave como la música clásica que sale del viejo tocadiscos.

Hay parejas que danzan, se abrazan y se besan en cada esquina. Juanito y René están cumpliendo 50 años de casados. Desde hace  unos años, ella  no está físicamente pero igual  él la celebra con todas sus delicadezas  de  eterno enamorado.  Por eso también, en el cuadro de exposiciones, (donde siempre se alternaron las grandes obras de arte para que los hijos crecieran con una mirada sensible), hoy está  Chagall solo para ella, con sus bodas y vuelos de parejas que se aman.
En este tiempo, Juanito está concluyendo el cuarto tomo del Vuelo de una vida,   el libro de memorias de René,  que ella le encargó  terminar y que tiene 14 tomos. Al cabo, vendrá un libro sobre títeres en Paraguay,  un legado riquísimo que  emprendieron juntos y que  también espera de Juanito, los últimos  retoques… 





La Infancia y  las inspiraciones que devinieron  títeres. 

Cuando yo era chico me gustaba andar con un carrito, visitando a los vecinos.  Una vez una señora me ofreció un montón de botellas que quería tirar, acepté y  las subí a mi carro y apenas llegue a mi casa me puse a jugar con ellas, como si fueran personajes. Como la señora vio lo que yo hacía  y que  gozaba mucho, me fue dando cada vez más botellas y mi mamá comenzó a desesperarse. Entonces, y como era educadora, me propuso:- ¿Por qué no buscamos botellas más chicas?, -y yo acepté. 

Todas las señoras del barrio empezaron a juntarme sus frasquitos de loción de manos y esas cosas, y en poco tiempo tuve una variedad de formas extraordinarias. Así me llené de reyes y reinas, y familias, y a contar unas historias fantásticas. Los sábados escuchaba  un programa de radio que era como un radio teatro pero de cuentos de hadas y mi imaginación volaba cada día más. Mi abuelo me había hecho un escritorio con un estante para poner las botellas, y allí yo desplegaba mi función.

Otro estímulo importante fueron las navidades. Mi padre, preparaba como un teatro, con unas cortinas que se abrían (eso me fascinaba), y durante una semana, antes de la cena de navidad, iba desplegando escenas en torno al pesebre,  con figuras planas, música y relato. 

La vida antes de Paraguay

Yo estudié entre otras cosas, recreación, y allí tomé cursos de títeres. Fui voluntario en México, en un servicio social de objetor de conciencia y  pasé dos años viviendo una vida muy humilde en un pueblo campesino. Poco después, ese mismo comité me envió a estudiar Bellas Artes y aprendí con los titiriteros de México del Teatro Nacional.

Terminado el curso, armé una obra de títeres en el pueblito mexicano con los muchachos campesinos que encontraban lindo, hacer otra cosa cuando terminaban su trabajo a las cuatro de la tarde. Allí  aprendí  de la importancia del teatro de títeres y de su poder de transformación. Cuando estrenábamos la obra, todo el pueblo venía a verla, hasta las abuelas se mataban  de risa con los títeres y  se tapaban la boca para ocultar la  falta de dientes.


Luego trabajé en un barrio en Chicago de inmigrantes mexicanos. Armamos una obra con adolescentes y andábamos con ella  por los barrios. 

En Chicago la conocí a René. Ella venía de Uruguay con una beca del departamento de estado, de EEUU. Era trabajadora social y cuando me la presentaron, me acordé que yo había trabajado con dos uruguayos en México. No se lo iba a  mencionar, porque hay tantos uruguayos  por el mundo que era absurdo que los conociera. Sin embargo no sé porqué lo hice,  y ella me saltó encima llenándome de abrazos,  porque eran sus dos grandes amigos!

Así empezó todo… 

Los títeres como resistencia
René y yo trabajando juntos éramos muy dinámicos, muy diferentes y muy complementarios. Éramos una pareja fuerte.
En el 66,  veíamos toda esa gente joven sin trabajo, con familias que se iban todo el tiempo para argentina, y sintiendo  además la necesidad de hacer algo por los niños porque no había nada para ellos. Aquí nunca pensé en ser un gran titiritero, lo que buscaba era ayudar a la gente joven a crear y a presentar algo lindo y bien hecho. 
Comenzamos con una obra que se llamaba El peluquero del Rey, que tiene como antecedente una historia de repertorio tradicional. Don Eustaquio  era el peluquero y Ña Candé  era la esposa gorda y que vendía naranjas. El rey, que era muy dominante,  llegaba hasta el peluquero con un sombrero grande, grande; porque debía disimular que tenía cuernos.  El peluquero tenía  que guardar el secreto, o le cortarían la cabeza. (Los títeres eran enormes,  se manejaban entre dos y el peluquero podía cortar el pelo de verdad, porque era la mano de una persona)

El problema era que el pobre peluquero estaba desesperado por contarle a alguien el secreto del rey, porque le pesaba mucho, pero sabía que su vida corría peligro.  Así que un día, que ya no daba  más de tanto aguantarse,   dijo lo que sabía adentro de un cántaro con agua que estaba por allí cerquita: -¡El rey tiene cuernos, el rey tiene cuernos!-gritó despacito bien adentro.

Cuando Ña Cande llegó a la casa, después de vender sus naranjas, destapó el recipiente para tomar agua y para sorpresa  comenzó  a salir la voz que  gritaba: -¡el rey tiene cuernos, el rey tiene cuernos! Y se enteró Ña Cande  y se enteró todo el mundo.

¿Vos sabés que no me acuerdo como terminaba la obra? Pero lo que es simpático es que el peluquero de Stroessner  sabía de la función, porque vivía en el pueblo de al lado de la Misión de amistad y la gente  le contaba! Se hacían muchos chistes al respecto.

Bueno, ese Don Eustaquio,  el peluquero, se quedó con el tiempo como nuestro premio Oscar de los titiriteros. Todo un símbolo.  Armábamos una fiesta un poco burlándonos de holliwood y nos divertíamos mucho. Pero ojo,  esos muchachos, también me daban dolores de cabeza terribles!  Yo les enseñaba que el público era muy importante, que teníamos que darle  lo mejor. Pero era muy difícil con los adolescentes. Yo tenía frustraciones, un títere que no miraba donde tenía que mirar, o que salía a destiempo y viste que ahí adentro no podés hablar porque se escucha todo, porque estás con el micrófono…Así que,  ¡estaba a las patadas adentro del retablo!
 

Las obras eran muy grandes, con  escenarios enormes y hasta trece personas en escena. Todos los años montábamos una.

Las épocas nunca fueron  fáciles. Había una parte de la iglesia que era muy conservadora. Nosotros éramos misioneros, pero no estábamos de acuerdo con ciertas cosas. Yo me di cuenta que a mucha gente no le gustaba lo que veníamos haciendo. Y luego llegó el momento de la gente muy de izquierda  que  no podía entender que concibiéramos obras con hadas, porque había demasiadas cosas en las que debíamos concientizar. Nosotros estábamos concientizando, pero siendo inteligentes, yendo a lugares imaginarios, metaforizando, pero ellos tenían otra forma de pensar.  También siempre estuvo el prejuicio de que yo era norteamericano… 

 




Los titiriteros de la misión de amistad

De acá llegaron a salir excelentes titiriteros, alcanzamos a ir a un festival internacional en Estados Unidos con seis muchachos, y fue fantástico. Hicimos cantidad de contactos, vimos obras increíbles, y para los chicos de acá  fue fundamental porque se encontraron con gente trabajando en serio.


Otro año nos fuimos a Kansas y anduvimos de pueblo en pueblo con dos obras:
Ereté:
era sobre mujeres indígenas guaraní y cada hermana  tenía su talento. Una era alfarera, otra sabía plantar y hacer crecer el maíz, otra cocinaba de maravillas. Pero a Ereté la miraban con recelo  porque creían que ella no tenía ningún don y que  solo quería estar en el monte y   saltando entre las flores y  las abejas .Además, era amiga del Pombero y de noche solía dejarle miel. En la trama van sucediendo muchas cosas. Finalmente Erete  descubre que su gracia, es algo muy especial,  tiene la fuerza del ñandú, de la araña, y sabe tejer como ninguna, esa trama de la vida que es el ñandutí.


La historia de Doña Modesta: Tenía una escenografía típica del campo paraguayo, con el ranchito, el horno de barro afuera y los cocoteros. Con sombras chinas mostrábamos ese paisaje en movimiento y a Don Severo que venía cayendo con su carreta tirada por los bueyes. Severo llegaba a la casa y ordenaba  le traigan su mate. Modesta estaba embarazada y llena de niños alrededor, y gatos y perros y gallinas.  Otra escena importante, era  donde ellos dos se iban a la cama, se dormían y empezaba el sueño de Modesta. Allí se los veía  a ambos con sus trajes de novios, recién casados y rodeados de corazones que les bailaban alrededor, mientras cantaban una canción de amor paraguaya que ya no recuerdo.  Pero el sueño no duraba mucho, y despertaba con un: -MBA‘E PA’ DONDE ESTA MI MATEEEEEEE MODESTA???!!!!!!!, de este lado de la realidad. 

Luego hay otra escena donde Severo se va con sus amigos y le ordena  a Modesta que tenga lista la comida a su regreso o  va a ver lo que le pasa. El señor quiere comer gallo y ella se las tiene que arreglar para agarrarlo, porque el gallo se le esconde y ya saben toda esa corrida con los títeres. La cosa es que cuando Severo llega, ella todavía está tratando de encender  la leña en  el Tatakuá. Él viene, la reta, la reta  mucho, la reta mal, y ella no aguanta más y entonces,  le da con la leña por la cabeza. Otras mujeres que justo pasaban por allí, la festejan y la abrazan a Modesta. Hacen un manifiesto todas juntas y deciden que a partir de ahora la leña será su símbolo, y se lo hacen saber a los hombres y también como va a ser el trato a partir de ahora. Los hombres, las escuchan, pero también tienen sus pedidos, entonces negocian.  En una de las últimas escenas, el bebé de Severo y Modesta llora, y Don Severo lo carga en brazos tratando de consolarlo.




                



Entrevista realizada por

Noelia Buttice, para Kunu´u Títeres en el marco del 1er Encuentro titiritezco del Mercosur en Asunción Koreko Gua!
Fotos: Ana Brisa Caballero.

Nota: Todas las cursivas son de Juanito Carter.




miércoles, 24 de abril de 2013

Entrevista al Titiritero Gregorio López Grenno (Honorable ciudadano Chacho)


Chacho nació en Encarnación en 1948, muy cerca del Río.

Es el mayor de seis hermanos y muy amado.

Habla de su infancia en tiempo presente. Dice que es feliz y se le cree.

El patio y el aire de su casa están humedecidos de pomelos.  Él va y viene  preparando el mate, poniendo música, y abriendo ventanas en las paredes donde el cemento es muy pesado. Todo está en obra y sacudiéndose. En una esquina, un árbol de cartapesta  le crece por las madrugadas. Las máscaras de papel maché, se ríen, le sacan la lengua y le guiñan el ojo. Otras menos afortunadas esperan arriba de la heladera, a que Chacho les saque la cara de nada y les regale un rostro.

Él sabe muchas cosas de la historia, de la gente y de los animales. Se ve que la vida le gusta un montón, por eso sabe tanto y quizá se levante tan temprano  para que no se le vaya tan rápido. Pero a Chacho el tiempo no parece preocuparle mucho, salvo el que está viviendo, ahora que se ríe, y que trata de agarrar una palabra que le está brotando de los chinchulines, o ahora que lo detiene para escuchar el flamenco que suena en la habitación de al lado.

Hay mucho más en su hoja de vida, pero pueden googlearlo.
Después de la entrevista,  yo prefiero quedarme con estás  imágenes:
Cohete que vuela hacia abajo, corazón de chocolate, rana púa, ojos de papel  que en  la hora  más oscura mientras espera  la llegada del sol, pone la pava en la hornalla  y entre cebada y cebada,  con los dedos en el teclado, arroja al espacio sideral, un matecito galáctico. 

Chacho Multidimensional 

Siempre fui muy romántico, mucho, y  muy sensible a las cuestiones humanas. Extremadamente sensible. Cuando leí Platero, por ejemplo,  supe que Juan Ramón Giménez, se lo dedicó a Aguedilla, una niña que vendía flores en el atrio de la iglesia o en la plaza del pueblo.

Eso me gustó mucho. Porque es mi dimensión. No es que yo dedique mis cosas a niñas que venden flores.  Sino que me gustan las dimensiones humanas. El albañil, el abogado, son dos dimensiones: humanas! Entonces, yo extraigo de eso, el  ser humano.

Por ejemplo, me gustan mucho las prostitutas.  Ellas son. Son seres. Enteros,  aunque quebrados. Pero enteros. Y me gusta mucho Sabina que les canta, porque es cruel, pero divino,  un inspirado. Así es la vida de la gente que me gusta, así como me gusta esta conversación y el silencio también. ¡Escucha al arcángel! ¡Qué está loco! ¡Mira que cantar así!
¡Esa es Andalucía! ¡Y la fuerza! ¿Qué más podemos pedir?
¿Entiendes?  La vida está llena de vida. Y nunca se acaba. Ni se acabará. 

El mago. 

Las cosas son cosas nomás. Ya lo dice esta corzuela. Y lo dice Zitarrosa, los olvidos son olvidos, y  lo que crece, es lo que no se toca. Eso es lo único que crece, y lo que siempre nace. Y se reproduce, y se va, se va, se va. Así como este instante.
Es navegar, entonces eso es. ¡Eso son los títeres!
MAGIA.
MAGIA.
MAGIA PURA.
Y  SIMPLE.
Porque una cosa que es de madera, de cartón, todos sabemos que no es verdad ese personaje, sin embargo vive. En el teatro normal, vos sabés que una persona está viva porque está hablando y se está moviendo.
Pero al títere, lo dejás, y se puede quedar siglos ahí. ¡Hasta que vos empieces a transmitirle un sentimiento tuyo! ¡Es cuando cobra vida, es tu prolongación! ¡ Es tu otro estado!  El público lo sabe y lo acepta, es un convenio. 

Las Palabras 

Las palabras son mis vísceras materializadas, o al menos  el eco de ellas. Siempre me gustaron las palabras. Crearlas, recrearlas, corregirlas y aumentarlas. Yo a veces escribo cualquier palabra que no existe, porque me gusta. Además, desde muy niño, me gustó cambiar las palabras. Ejemplo: me gusta el río Paraná, mená el río Paraus.
¿Querés que te diga cómo se llama Juan Carlitos Mesa, mi amigo?  Juancarmesaeslito.
Y  ¿Rosita Palazón mi amiga? Rosonpalacita!.
A veces nos reunimos y me piden que loquee. ¡Y yo loqueo!
Todo está en la imaginación, el órgano más importante es el cerebro, el órgano sexual más importante  es el cerebro, el órgano sensible más importante es el cerebro.  Y el cuerpo le obedece o no. 

Presente Infinito. 

Yo creo en el Ahora.
Y  ¡Ahora es ahora!
¿Verdad que estamos viviendo ahora?
¿Sabés cuántos pensamientos tenemos al día?
Más o menos 250 mil pensamientos. ¿De esos 250 mil pensamientos, cuántos conscientes tenemos?
¡Poquísimos! Y  esos que son conscientes,  son el Ahora.

Entonces si vos agarras tu ahora, y como dirían los españoles,  tenés unos pensamientos de la gran Puta, te vas a llenar de eso. Porque es lo que lanzás y es lo que vas a recibir.
El arriba, el abajo, el adentro y el afuera no existen.
Es la vida la que pasa nomás. Si vos la agarrás,  suavemente, tirándole la mejor de las ondas posibles (porque ella es amorosa), te va a devolver siempre lo que vos les das y con más.  Ainda mais. Te va a dar TODO. Te va a dar el placer de vivir. 

Los Títeres y la ternura. 

De la ternura no se puede hablar. A  la ternura hay que amasaaaarla, comeeeeeeerla, pintaaaaaarla, bebeeeeeeerla, coitearlaaaaaa, epidermearlaaaaa!
La ternura es un Tren, que ni siquiera tiene rieles! Es algo grande,  uno de los tantos pilares de la buena Vida, y de la entrega. No solo física, espiritual, conversal…Es una de las pocas cosas más grande que uno.  . ¿Te has abrazado alguna vez a un árbol? ¿Viste como respira? Pocos locos hay que hayan hecho eso.  Si los seres humanos dedicáramos veinte  minutos por día a la ternura, al buen pensar, al bien estar, muchas cosas se podrían lograr.
Los títeres sirven también para expresar esa ternura. 

El encuentro 

La primera vez que vi  títeres fue en Encarnación, en el club universal, tenía como ocho años. Eran unos títeres chiquitos de guante y que iban a robar naranjas y luego se repartían las naranjas, tres para mi, una para vos, ese era el juego de la repartija y me asusté mucho porque salió una bruja. Esa fue la única vez que vi títeres y después nunca más. 

El re-encuentro. Los títeres como destino. 

En España, ya viviendo en Tenerife, vivíamos con mi ex -esposa  encerrados todo el día haciendo cintos. Y era muy aburrido. Hasta que un día ella me dice: -yo vi títeres en Alemania. Yo vi títeres en Encarnación-  dije yo, y  después de esa conversación liquidamos el negocio de los cintos, compramos una camionetita que tenía mucho olor a jamón y así de la nada empezamos. Fuimos por la carretera, hasta un pueblo (Igueste de San Andrés) al  que siempre llegábamos caminando, muy cerca del mar y allí fabricamos nuestros primeros títeres para  la Obra Cuatro Estaciones.

Fue muy mágico, porque teníamos mucho miedo. Teníamos una sombrilla de playa, una lona, le hicimos una ventanita y trabajábamos sentados. Así  hicimos la primera función gratis. Luego tomamos nuestra camionetita, nuestra carpa y así empezamos a recorrer la isla de Tenerife. Hasta que un día llegamos a un pueblo que se llama Icod de los vinos donde había un drago, que es un árbol de más de mil años. Todos los años se hacía la fiesta del Drago y en esa oportunidad, estaba allí actuando entre muchos, el hijo de un ventrílocuo que me preguntó, si mis títeres eran de palo o pedagógicos. Yo no sabía que responderle.  Cuando terminamos de actuar, el se refirió a nuestro trabajo como pedagógico y desde allí elegí esa línea de trabajo, porque a mí me gusta transmitir cosas con ciertos objetivos. 

Ópera prima 

En la Obra cuatro estaciones el protagonista es un niño que se llama Corazón de Chocolate y es un niño extraterrestre que llega a la tierra porque su cohete se destruyó. Entonces se encuentra con Ojos de papel, que es la niña que cuida el jardín de la primavera y tiene que pasar por diferentes estaciones mientras trata de recuperar su nave y esa es su odisea. Finalmente  la encuentra, en la cueva de los vientos, pero el cohete… ¡Vuela para abajo! 

Personajes entrañables 

…la rana bocata: resulta que íbamos a pasar el sombrero y teníamos una escena nueva con una rana que se llamaba Renata o algo así. Y un niño del público, le habló a ella y le dijo- Tú lo que eres, es un Bocata! Un bocata es un bocadillo, como un sándwich con pan redondo. Y la rana tenía la boca así y además era muy púa, el chico le dio en el ojo y la rebautizamos Bocata.  Ella nació en una obra llamada un Error Maravilloso. Y también hizo un noticiero de Tv.
Corazón de chocolate, es el niño mágico, que es interestelar, y Ojos de papel,  es su complementaria.  Sin embargo para mí todos los personajes  son muy especiales. 

Los Sueños 

Yo quiero seguir en esta transmisión de energía que son los títeres, sin un tema en especial, pero si  aportando educación, buen trato. Tengo obras que hablan de violencia familiar, sida, historias de capa de ozono, donde los personajes son caños, tubos de escape…Otra que se llama la cabra de Cómpeta, que es una historia que yo escribí a partir de otra que me contaron y pueden venir más. 

Gitanos, Títeres y cuando baja el Duende. 

En los títeres encontré la posibilidad de ser universo. Porque  el universo y los títeres tienen magia.
En España trabajé cinco años con los títeres y los gitanos. Exactamente con la FARA, Federación de Asociaciones Romaníes Andaluzas. Pude ver como ellos sufren, como ellos se las arreglan para no sufrir, como se las arreglan para des-sufrirse y como educan a sus hijos para que no tengan que pasar por estas cosas.  Fue muy interesante porque me recordaba a la realidad de los indígenas. Los gitanos siempre  marginados y perseguidos, y son la alegría de España.  Son gente muy noble. Hay una anécdota muy linda. Estábamos en Málaga  preparando una actuación y viene Miguel el gitano que nos contrató y nos dice:- No pongái, no pongái música, no pongái flamenco por los altavoces, porque va venir todo el pueblo-.  Y no le hice caso, y fue así, tuvimos a todo el pueblo en el colegio.
Los gitanos saben vivir. Por eso  me gustan los momentos.
Como dicen los gitanos, los momentos cuando baja el Duende.
Porque el duende no tiene momento. A veces no baja.  O no llega. O no entra. O no desciende.
Pero cuando desciende es una Locura. 
En la vida hay dos fuerzas, la locura y la cordura. La locura es lo que mueve y la cordura es lo que mantiene.
 Esas son las fuerzas de la vida que te hacen vivir. Hay que acopiarse.
¿Sabés quién va a hacer la locura dentro de ti, quién va a tomar esa alfombra voladora para visitarte?
Tú.
Nadie Más.
De eso se trata.
¿Lo  has sentido?
Bajó. 

Fotografías gentileza de Juan Carlos Meza 

Entrevista realizada por
Noelia Buttice, para Kunu´u Títeres
en el marco del 1er Encuentro titiritezco del Mercosur en Asunción Koreko Gua!
Nota: Todas las cursivas son de Chacho
Se le agradecen  los mates y la copiosa bolsa de pomelos, entregadas como souvenir.